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¿Un posible cambio para el TransMilenio
después de 18 años de operación?
Bogotá es la
propietaria de TransMilenio, y nosotros los ciudadanos somos un tipo de
copropietarios de este, el sistema se mantiene a base de capital público y
privado, y es el Distrito en conjunto con los operadores el encargado de cubrir
los gastos de infraestructura, reparaciones y mantenimiento recursos públicos.
Esta empresa lleva 18 años sirviendo a la ciudad, desde su apertura en el 2000,
y nos atreveríamos a decir que en todo este tiempo los ciudadanos no hemos
entendido el papel tan crucial que tienen estos buses que cada día recorren los
113 kilómetros de calle dispuestos para transportarnos.
En estos 18 años
que han transcurrido la flota de buses se ha renovado muy pocas veces, y la
mayoría de los que operan en este momento se acercan al millón de kilómetros, esto
se traduciría a que han estado operando por casi 10 años, cosa que vista objetivamente
significa un gran peligro para la integridad de los ciudadanos, esta
preocupación ha crecido lo suficiente como para llegar hasta los ojos del
Concejo de Bogotá. Este miércoles 25 de abril en la plenaria del Concejo de
Bogotá la concejal Angela Garzón hizo una licitación para la renovación de la
flota de Transmilenio, cosa que parece un poco tardía teniendo en cuenta todo
el tiempo que este servicio lleva en operación, pero a nuestro parecer, la
iniciativa de la concejal es bastante buena y sería un paso en la dirección
correcta para llegar a la tan deseada Bogotá mejor para todos. Tengamos en
cuenta que esta iniciativa no es algo nuevo, en 2013 también se había pasado
una licitación al Concejo de Bogotá con el propósito de cambiar la flota de
TransMilenio, y el gerente para el momento de dicha empresa prometió que iba a
hacer la renovación de los buses, aunque como muchas cosas más esto quedó en
sólo palabras.
A pesar de que
creemos que esta una gran iniciativa hemos encontrado ciertas falencias en los
argumentos Angela Garzón presenta como cruciales para comenzar con el cambio.
Vemos que ha fundamentado su petición en la premisa de las emisiones de fuentes
contaminantes, pero después de una análisis de los datos presentados vemos que
estas emisiones han pasado de 2.60% a 9.80% en un tramo de 6 años, entre 2006 y
2010, este 7.20% de aumento no representa gran cosa cuando se mira a los demás
emisores, en donde nada más los camiones ocupan el 43.60% de esta emisiones, y
por otro lado el transporte público colectivo, los camperos y las camionetas tienen
el 23.75%.
La motivación de
este cambio no debe ser el cambio de la calidad del aire, la propuesta de la
concejal es bastante buena, pero creemos que, si orientara este cambio hacia el
mejoramiento de la calidad de vida de los bogotanos, con variables como
comodidad, seguridad y último, pero no menos importante una mejora en la
calidad del aire que incide en directamente en la salud de los ciudadanos. La
cuestión no es traer parecernos a Europa con buses de “tecnología Euro VI”
-cosa que también se menciona en el discurso de la concejal- necesitamos una
solución para Bogotá y sus habitantes, sostenible y que se acomode al contexto
y las necesidades de la ciudad.
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